Recuerdo aquellos viajes de vacaciones a La Falda a principios del 2000, cuando el calor se hacía sentir y las lluvias eran intensas, sin embargo, alojado en un departamento a dos cuadras de la plaza San Martín no había agua en la red, “compre agua mineral” me dijo la propietaria al mismo tiempo que la mujer de la inmobiliaria me comentaba que “la falta de agua era normal en la zona”. En ese momento que estaba buscando comprar una vivienda para instalarme en el valle, descubrí Villa Giardino, donde la provisión de agua no dependía de las lluvias que llenen los diques, sino de las perforaciones, de donde se obtenía el  líquido de mejor calidad y a menor costo.

Casi veinte años después la situación es la misma.

No solo La Falda suele registrar inconvenientes en el suministro de agua. La mayoría de las localidades continúan dependiendo del “régimen de lluvia” que colme a ríos, arroyos y lagos.

Desde aquel tiempo siempre se habló de la “crisis hídrica”, incluso el gobierno de Córdoba llamó a licitación pública internacional para elevar la cota del dique de La Falda, anuncia mediático que no representó solución porque no hubo oferentes.

Con el correr de los años, las poblaciones del valle continuaron creciendo, pero nunca los intendentes, legisladores ni la Comunidad Regional presentaron un plan o un programa maestro viable o ejecutable. Salvo aquellos trabajos realizados en La Cumbre, con nuevas perforaciones que en los últimos meses lograron morigerar la situación, no existió ni existe un programa a largo plazo que contemple solucionar la provisión de agua potable a los vecinos de la región.

En Punilla parece que la regla de no hacer obras que superen los meses de gestión se aplica sin reparos. A pesar que varios intendentes se mantienen en sus puestos luego de varios periodos de gestión y ahora están militando la posibilidad de saltear la ley para alcanzar otro periodo más. ¿Vale la pena darles la oportunidad?

Hoy nos sorprenden con la firma conjunta de un comunicado donde de alguna manera hacen responsable de la crisis hídrica a la “meteorología” por las faltas de lluvia (una vez más el agente externo es responsable de los que nos pasa) y la asignan al vecino el trabajo de ser “solidarios y responsables” en el consumo ante la falta de previsibilidad y gestión.

Es verdad que los vecinos debemos ser responsables en el manejo del recurso, pero dato no menor, los políticos deben ser conscientes del trabajo que deben realizar pensando en el bien común, tratando mejor al ambiente y administrando con prudencia el erario público.

La solución a esta situación no es individual, sino colectiva, por lo tanto es el momento de dejar de pensar caprichosamente y comenzar a delinear políticas de largo plazo para evitar que los vecinos de Punilla tengan que emigrar de la zona por la faltante de agua y de una vez por todas dejemos de estar pendientes de las nubes para obtener el sostén de la vida y dejar de beber agua de los diques cada vez más cuestionada por su calidad.

 

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