Por Claudio Gleser -La Voz del Interior
Celeste Rodríguez estaba presa en la cárcel. Hace dos meses, había asfixiado con una almohada a su madre, quien estaba enferma y postrada en su cama en Capilla del Monte.
Celeste Rodríguez (30), la mujer que el pasado 1° de febrero terminó asesinando a su madre María Rosa Ravetti (59) en su vivienda de Capilla del Monte, ya que no encontraba salida ni para su progenitora ni para ella misma, se terminó quitando la vida en la cárcel.
Su madre tenía varios padecimientos de salud y se encontraba postrada en una cama.
Celeste estaba presa en la Cárcel de Mujer, en el Complejo Carcelario Padre Lucchesse, e imputada por homicidio calificado, por orden de la fiscal de Cosquín, Paula Kelm, quien avanzaba con la investigación de este dramático episodio.
Celeste estaba recibiendo tratamiento psicológico muros adentro y, según trascendió, su defensa intentaba el cambio de carátula y su eventual libertad.
Fuentes judiciales confirmaron a La Voz que Celeste tomó la autodeterminación el domingo a la noche, dos meses después de haber cometido el matricidio. Su muerte está bajo investigación judicial. Todo se cierra en una autodeterminación. Nada hace presuponer otra hipótesis criminal.
Celeste Rodríguez tenía a su cargo a sus tres hijas pequeñas y al mismo tiempo debía atender a su madre, que en ese momento estaba postrada. Esta situación se vio reflejada en los distintos posteos en redes sociales realizados, donde daba cuenta de momentos desesperantes por la falta de colaboración, principalmente del entorno familiar.
Rosa había tenido un ACV, padecía alzhéimer y tenía cáncer. Durante el período de pandemia, María Rosa, se había instalado en la casa de la hija para recibir mejor atención.
Pidió ayuda, pero no fue atendido y desencadenó la tragedia
El Faldeo, un barrio ubicado en el norte de Capilla del Monte, fue el escenario de una tragedia familiar que sacudió a la comunidad, cuando los vecinos se enteraron del homicidio de María Rosa Ravetti (59), ocurrido el miércoles en horas de la tarde.
Celeste Rodríguez (30), hija de la víctima, realizó la llamada a la policía que alertó sobre lo sucedido en la vivienda de Richieri 195. Los agentes encontraron el cuerpo tendido en la cama y la almohada utilizada para sofocarla. La mujer reconoció que la había matado.
La vivienda también era habitada por tres niñas, de 4, 11 y 15 años, que al momento del ingreso de los policías, no estaban en lugar y la investigación trata de establecer si las menores presenciaron el homicidio. De acuerdo a los testimonios, por estas horas se encontrarían con su padre.
Salud deteriorada sumada a la falta de asistencia
La casa presenta un estado descuidado, la familia la habitaba desde hace aproximadamente tres años. Era escenario de discusiones y peleas permanentes. Los vecinos aseguraron que María Rosa se encontraba transitando problemas de salud graves. “La veía caminar, la última vez fue en octubre del año pasado, cuando me pidió un cigarrillo”, comentó una vecina.
El 19 de marzo del año pasado, Rodríguez agradeció la colaboración del municipio por la entrega de una cama hospitalaria, escribiendo “mañana al fin tendré en casa a mi vieja, cuando esté con su familia va a recuperarse mejor rodeada de sus seres amados”.
Los antecedes clínicos de la víctima, hablan de un estado comprometido y con un avance que fue deteriorando progresivamente su salud.
La gravedad del hecho, también desnudó otra realidad, los lazos sociales estaban cortados. La joven no participaba de las reuniones barriales, ni tenía demasiada comunicación con las demás familias. Los vecinos desconocían los nombres de las mujeres y las actividades que realizaban.
Rodríguez, en el último tiempo, habría estado trabajando en el servicio doméstico.
Los testimonios recogidos dan cuenta de las niñas deambulando por la calle, aunque destacan que se cuidaban mutuamente y que en algunas oportunidades recibían atención alimentaria de vecinos. La abuela, con todos sus padecimientos de salud, compartía gran parte del día con las nietas y esto habría sido también motivo de discusiones muy acaloradas, según refieren algunas personas.
Entre el debate social y la causa judicial, hay un gris, el silencioso desamparo del estado, la situación familiar, económica, personal de la acusada. La dualidad entre los posteos en las redes sociales y el asesinato de su madre, disparan interrogantes sobre las circunstancias que pueden llevar a una hija a sofocar a su propia madre. Se desnudan realidades que, a los ojos del entorno íntimo, pasaron inadvertidas.
Tres niñas, hoy, sin su mamá y su abuela. Todo en el mismo instante, causa-motivo-razón, será debate para la justicia. No hubo solo una muerte, fueron una sucesión de hechos que desencadenaron que las manos de una hija, terminen con la vida de su madre.
Muerte anunciada
¿Estamos ante un caso de muerte anunciada? Los posteos en Facebook de la mujer acusada por homicidio, dan cuenta de una situación que parecería adelantar los hechos. Se podría decir que nadie, especialmente de sus vínculos más cercanos, pudo comprender el pedido que Rodríguez estaba realizando.
“No doy más, nadie me ayuda, estoy cansada, yo sola me tengo que ocupar de ella, cuando ella tiene a mi hermano y la familia que la crio”, publicó unas horas antes del hecho. Más tarde escribió: “Bueno. Pedí mucho tiempo ayuda. Nadie me ayudó. Nadie respondió. Espero que mis hijas estén bien. Dios perdóname”.
Publicó en su cuenta de Instagram, el 24 de enero: “Primero Demian, después el viejo, y sé que pronto partís vos. Me hago la fuerte, pero no lo soy, duele muchísimo, verte cómo estás”.
Recibió asistencia por parte del municipio en lo relacionado con planes de alimentación infantil y mantuvo una beca en el sector de reciclado hasta que presentó la renuncia.
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